La semana pasada, fui al banco a abrirme una cuenta. Entré, y una de las cajas estaba vacía. Mientras me acercaba, la amable, bien vestida, enjoyada y reteñida empleada, me iba echando unas miraditas de arriba abajo impresionantes. Con la cara hasta el suelo y de reojo.
Me acerco y le digo: -Hola, quiero abrir una cuenta.-
Y ella me dice: -Tienes el permiso de residencia?, es que eso te lo hace mi compañero, porque se tarda más-
Con cara sorprendida y moviendo la cabeza de un lado a otro, le digo que tengo el DNI.
Se queda callada, me muestra su mejor sonrisa, me pide perdón y me dice que con los permisos de residencia hay que hacer unas gestiones y no se qué.
Tengo la piel morena y tengo el pelo negro azabache. Mucha gente me confunde con una hindú o peruana. Pero no porque me confundan, me echan esas miradas y me hablan de esa manera.
No soporto a las tías que, por tener un empleo como el que tienen, se creen que pueden ir hablando así al personal. Que se pintan como puertas y apestan a perfume.
Me sentó fatal. No por mí, si no por la cantidad de personas a las que ésta impresentable habrá hablado y mirado de esas maneras.
A lo largo de todo el proceso, la tía no quitó su sonrisa profident. Me propuse hacérselo pasar mal. La miraba mal y le ponía trabas a todo lo que ella me explicaba,(cómo hacer funcionar un servicio nuevo y gratuito, que desde el teléfono o el ordenador, podía consultar mi saldo, hacer transferencias, etc). Y todo con esa manera de hablar, totalmente mecánica, con la voz monótona y las eses muy pronunciadas.
Que horror de tía, por Dios!
Es una pena que dejen trabajar a personas como ésta de cara al público. Aunque vete a saber, quizá los que trabajan con ella, ven normal ésa manera de hablar y de tratar a la gente que no va llena de joyitas, apestando a perfume o que no tiene el color de piel apropiado.
Posteado por Sasha | 24 de Octubre 2003 a las 08:16 PM