Este sábado, mi compañera de piso y yo, vamos a montarnos una comida, con aperitivos y todo.
Lo hemos decidido hoy por la mañana. Mejor dicho, lo ha decidido ella. Después de hablar con su madre, después de volver a estar obligada a una reunión familiar. De esas que a las dos nos gustan tan poco.
Mientras sacábamos a los perros, lo ha decidido. Así, sin más.
Y eso que a ella eso del aperitivo el sábado, nunca le atrajo mucho, al contrario que a mí, que cuando era pequeña, tengo muchos recuerdos de ir con mi padre por Madrid a tomar el aperitivo.
Me ha dicho que ella y su novio se levantarán pronto y desayunarán para hacerlo todo como Dios manda y que no se haga tarde. Aunque somos compañeras de piso, las dos llevamos un ritmo totalmente distinto. A mi me gusta estar pronto despierta (sobre las 10.30 11.00), mientras que ella si puede, se queda hasta las 15.00...
Quiere poner la mesa, con los aperitivos, (aceitunas, patatas, berberechos,...), incluso quiere beber Martini!. Si el día acompaña, prepararemos la mesa de la terraza, y nos dispondremos a disfrutar. No hay invitados, sólo ella y yo.
Supongo que es una respuesta a estar obligadas siempre por la familia a hacer cosas que no nos apetecen nada.
Aunque ya hace bastantes años que ambas nos fuimos de casa, hoy en día, no nos libramos de las reuniones familiares. Y siempre que asistimos a una, las dos en un determinado momento, nos sentimos fuera de lugar. Desplazadas completamente, cuando nos damos cuenta de que todos disfrutan de esas reuniones menos tú. Que estas pensando en el rato que estás desperdiciando con una gente que no entiendes ni te entiende a ti. Que te interrumpe cuando hablas y que habla de cosas que para ti no tienen el menor sentido.
Una de las muchas cosas que ambas tenemos en común, es el desapego a la familia.
Yo en cuanto pude, me alejé 700km de mi familia, y ella se fue a los 18 de su casa.
Y desde entonces, no los hemos echado de menos ni un tantito así.
Y el sábado, estaremos las dos la mar de bien, sin parar de hablar de nuestras cosas, tranquilamente en nuestra terraza y lejos de todo, sin sentirnos en ningún momento fuera de lugar.
Siempre que he ido a un concierto, lo he pasado mal.
Pasar horas, en la puerta haciendo cola, me desespera. Pensar en si voy a coger buen sitio, en si me van a chafar mucho y, sobretodo, en si las vayas de protección van a ser muy altas, me llega a desesperar.
Aún así, he ido a bastantes conciertos. Me hubiera gustado ir a más, pero por unas cosas o por otras...
Al primer concierto al que fui, fue cuando tenía unos 13 o 14 años. Era en las fiestas del sitio donde vivía, y me fui con mi hermana y mi abuela. La imagen de ver a mi abuela subida a una silla de madera, con el mechero encendido y gritando Miguel, guapo!!, no se me olvidará en la vida. Sí, era Miguel Bosé. Fui a un concierto de Miguel Bosé. Ojo, que lo volvería a hacer. No todo el mundo puede decir que fue a un concierto con su abuela...
En ese fue en el único que no me agobié en la cola, ni me aplastaron contra las vayas de dentro.
Supongo que por esa experiencia, fui extremadamente confiada en que pasaría lo mismo cuando fui a mi segundo concierto.
Era en verano, un agosto del 83, si no recuerdo mal. Esta vez, íbamos mis dos hermanas, mi prima y el novio de mi hermana mayor. Teníamos que ir en coche, porque estábamos en el pueblo donde veraneábamos, y el concierto era en la ciudad. Eran las 8.00 más o menos cuando llegamos, y ya había un grupo de personas esperando.
Eso me asustó un poco, pero lo peor fue ver como, poco a poco, a lo largo del día, aquello se fue llenando más y más.
Llegado el momento de abrir las puertas, hubo mala organización, y abrieron antes unas que otras. Total, que ya, antes de entrar, me habían puesto contra las verjas aplastándome en un par de ocasiones. Al entrar, aconsejadas por el novio de mi hermana, empezamos a correr sin rumbo, buscando el mejor sitio. Al principio, queríamos quedarnos en el campo, pero al ver cómo se llenaba aquello, mi hermana mediana, mi prima y yo, nos fuimos a las gradas.
Pillamos buen sitio, y lo vimos todo muy bien. Incluso veíamos a mi hermana, sentada en los hombros de su novio, cuando la canción que tocaban, era una de sus preferidas.
El concierto era de Bruce Springsteen y, pese a lo mal que lo llegué a pasar, volvería a repetirlo.
Recuerdo la vuelta en el coche, con todo el cuerpo dolorido, de noche ya, cansada y oyendo canciones de éste hombre.
Al siguiente al que fui, fui acompañada de mi hermana mayor. Era también de Bruce Springsteen. En la misma ciudad, solo que ésta vez, en una plaza de toros, (sabe Dios lo poco que me gustan esas malditas plazas). Tuve muchos nervios por lo que pudiera pasar, (odio que me chafen y sentirme presa), pero al final no fue tanto como me temía. Esta vez, nos quedamos abajo, en un lateral, y lo vi todo muy bien. Bruce me miro en un par de ocasiones y todo...
Después de ése, fui a uno de Prince. Creo que fue en verano. Iba con mi hermana mediana y su novio. Llegamos algo tarde, y nos tuvimos que poner bastante lejos. Entre la distancia y lo poco que se entregó Prince al publico, no me gustó mucho.
A los siguientes conciertos a los que he ido, lo he hecho con mi mejor amiga. Lenny Kravitz, The Black Crowes, Ani DiFranco, Illia Kuriaky and The Valderramas, Maldita Vecindad y Los Hijos del 5° Patio, Red Hot Chili Peppers y Depeche Mode.
Dos conciertos de cada grupo. Menos de Maldita Vecindad, que fueron tres (los dos primeros la misma semana, y el tercero, meses más tarde), el de Illia Kuriaky and The Valderramas y el de Depeche Mode.
En los que menos miedo tuve, por si me apretujaban o no, fue en los tres de Maldita Vecindad. Le gustaban mucho a mi amiga, e hizo una serie de cosas haciéndose pasar por encargada de un Fanzine para que nos dejaran entrar en el vestuario y todo. Así que la segunda vez que fuimos a un concierto de ellos, ni siquiera tuvimos que hacer cola. En los de Ani DiFranco, fue todo muy pacífico. Aunque en la cola tuve nervios por ver que pasaba, al ver a los fans tan tranquilos que tiene esta mujer, me sentí bien, y fue todo de maravilla. Si vuelvo a ir a otro de ella, iré super tranquila. El de Illia Kuriaky también estuvo muy bien. Fue en una sala de fiestas, y no fue mucha gente.
En el que lo pasé más mal fue en el último de R.H.C.P. en Madrid. Todas las niñas que se desmayaron, pasaron por encima de nosotras cuando los de seguridad se las llevaban para atenderlas. Que horror. Los fans de ésta gente, por mucho que se hayan puesto de moda y les gusten a más niñitas que antes, eran torres humanas, que se habían puesto de acuerdo para ponerse justo detrás nuestra y empujar sin importarles las dos personitas que allí había, pegadas a las vayas. Mi amiga quedó llena de moratones por los brazos, y yo con dolores en las costillas. A parte de mis paranoias claustrofóbicas...
Y cuando les decíamos algo a aquellos 4x4, nos decían que ya sabíamos a lo que veníamos. No imaginaba que para ir a un concierto, tenías que estar obligada a aguantar semejante aplastamiento...
Llegué a odiar que Kiedis se pusiera en el borde del escenario. Ahí la avalancha, era mortal!
Pero bueno, todos esos conciertos, han merecido la pena. Cuando pasa el tiempo, los malos ratos que se pasan, no te quedan tanto como la experiencia del concierto.
Ha pasado tiempo desde el último concierto al que fui. Y me he acordado de todo esto, porque puede que tenga que ir a otro. Todavía no lo sé, pero espero que, si voy, las cosas me vayan bien.
Ojalá fuera más alta y no tuviera claustrofobia...