El otro día, mi sobrino de 8 años, me mandó una felicitación de Navidad escrita por él y con una foto suya. Me hizo muchísima ilusión, no tenía una foto tan reciente, y nunca me había escrito nada. Lo veo muy poco, (él está en Madrid), y cuando hace cosas como estas, o me manda dibujos, me vuelvo loca.
Total, que abrí el buzón justo antes de salir a la calle, y vi la postal en la calle y luego, me fui a comprar y la postal se me perdió.
Iba con mi madre, y las dos volvimos al centro comercial en donde acabábamos de estar, preguntamos a la cajera, pero nada. Ni rastro de la postal.
Qué disgusto me llevé. Yo que ya tenía un sitio pensado para ponerla en casa, que se la quería enseñar a todo el mundo...
Le dije a mi hermana que si tenía una copia, y que si podía escribirme algo el niño. Me dijo que sí, que tranquila. Aunque yo, tenía la postal en la cabeza.
Las Navidades acabaron, y mi rabia por lo de la postal, se fue disipando poco a poco. Y un buen día por la mañana, abro el buzón, y me encuentro la postal. El sobre cerrado con celo, y un poco arrugado y dentro, la postal con la foto del crío.
Busqué alguna nota o algo. Me hubiera gustado que la persona que se molestó en mandármela otra vez, o en tirarla a un buzón o lo que sea que hiciera, hubiera escrito algo, aunque sea un tlf. para darle las gracias...
Aunque parezca una tontería, para mí es muy importante saber que hay gente que haga estas cosas. Hace que la sociedad me guste un poquito más, (y mira que eso en mí, es dificil...)
No se me pasó por la cabeza la posibilidad de que apareciera. Mi madre me lo dijo, que quizá alguien la mandaría, pero no tenía ninguna esperanza.
Y lo pongo aquí, porque no encontré otra forma de mostrar mi gratitud.
Ya tengo la foto de mi sobrinillo en el salón. Tan guapo con un gorro y unos coloretes del frío de la sierra. Y esos ojos tan grandes que tiene.